El Ojo con Dientes (1993-2003)

El Ojo con Dientes fue una revista cultural creada y dirigida por el periodista Mario Rivas, en la ciudad de Córdoba, que tuvo tres épocas de existencia notoriamente distintas: un primer momento a mediados de la década del 90 (1993-1995, según los datos recabados hasta ahora, con la publicación de al menos cuatro o cinco números); un segundo momento de mayor intensidad, entre 2000 y 2001, asociada a otros proyectos editoriales de la ciudad de Buenos Aires (se publicaron 12 números), y un tercer momento “por fuera” del formato revista, en 2003, mucho más austero y local, que implicó la impresión artesanal de afiches (en tamaño A3) y la difusión de estos en pegatinas callejeras, como intervención directa del espacio público. De esta última serie se imprimieron seis afiches.

Se trató, además, de un proyecto más amplio que la dimensión editorial: Rivas llevó adelante emisiones radiales bajo el mismo nombre durante más de 15 años, hasta bien entrada la primera década del siglo XXI. Según Carola Murúa, fotógrafa y protagonista de la segunda etapa de la revista, El Ojo con Dientes podría ser pensado como una suerte de “proyecto de vida” en el recorrido de Rivas. Un espacio de trabajo y difusión que tomó distintas modalidades y que fue continuando en distintas etapas de su vida. Más allá de que cada época de publicación contó con grupos consolidados de trabajo, la revista era un proyecto personal. Algo similar a lo que escuchamos en la experiencia de La Intemperie y el rol que desempeñaba Sergio Schmucler en su idea y desarrollo.

No tenemos aún toda la información que nos gustaría sobre la primera época, pero sí sabemos que se trató de una revista cultural de cierto perfil profesional, llevada adelante por Rivas y quien fuera su primera pareja, la fotógrafa Susana Pérez. En esa primera época, que pretendió ser bimensual, el abordaje de los contenidos tuvo ciertas aspiraciones de difusión más allá de la ciudad: hubo participaciones de firmas importantes (Mario Benedetti, Luis Felipe Noé), mezcladas con nombres conocidos en el contexto cordobés (Dirty Ortiz, Omar Hefling), además de una especial atención al material fotográfico, con la publicación de varios dosieres (algo que se extiende también a la segunda época), y el comienzo de lo que podría considerarse una marca singular de la revista: la presencia y difusión de firmas, temas y estéticas más allá de Córdoba, con un sistema de corresponsalías que tomaba centralidad en los índices. La impronta gráfica, en este sentido, fue un elemento distintivo en EOCD. La primera época se caracteriza por tapas impactantes, con preeminencia de dibujos; Murúa explicó esa tendencia estética a partir del gusto que Rivas supo tener por el constructivismo ruso y sus formas, también cercanas a la tradición polaca del diseño gráfico.

La segunda época se desplegó con menos seriedad y mayor provocación: en palabras de Carola Murúa, de modo más “absurdo”. Lo singular de esta etapa es que nació asociada a la revista El Porteño, dirigida por Gabriel Levinas. El Porteño había culminado su etapa más importante el año del lanzamiento de El Ojo con Dientes (1993), y Levinas, junto a Rivas, Omar Hefling y otros integrantes del equipo, planearon el lanzamiento de una revista que implicaría tanto una segunda etapa de El Porteño como de El Ojo con Dientes. Los dos primeros números de EOCD fueron publicados como separatas dentro de EP; a partir del número 4, ambas revistas se imprimieron con igual jerarquía, distribuidas en mitades: cada una ocupando medio volumen (tapa y contratapa eran, en realidad, las dos tapas en cuestión, invertidas para que cada proyecto pudiera ser leído en la forma convencional). Con el tiempo, Rivas se distanció de Levinas y las revistas siguieron su curso por separado. Los últimos tres números de la segunda época salieron en un formato más austero, cercano al fanzine, y siguiendo una periodicidad quincenal: apenas se editaron tres números, en 2001, antes de la explosión de la crisis en el país.

La segunda época se caracterizó por una actitud más desenfadada y provocadora, sin perder contacto con la realidad. Se acentuó un perfil periodístico, encauzado en entrevistas y notas sobre temas sensibles (el Manual de reducción de daños en el consumo de drogas, por caso), sin que la fotografía, la literatura y la poesía perdieran su espacio. Se acentuó, también, la participación de escritores y periodistas de otros puntos del país (Chaco, La Rioja, Santiago del Estero, entre otras), con firmas de autores singulares, algunos luego consagrados en el campo literario argentino: Mariano Quirós colaboraba desde Chaco, Carlos Busqued (bajo el seudónimo de Eduardo Perry) desde Córdoba, y desde Santiago del Estero enviaba colaboraciones un cura (que Murúa nunca supo cómo Rivas se contactó con él, ni por qué escribía en la revista). En términos de distribución, el origen de la segunda época marcó sus pretensiones: tener distribución nacional, ser leída fuera del territorio cordobés; que estuviera en quioscos de todo el país. De modo que el interés era cubrir la cultura del modo más contemporáneo posible, provocando desde la imagen, desde las problemáticas abordadas y “producir ideas e ir al choque”, en palabras de Carola Murúa. En síntesis, el propósito era “abrir un mundo” que incluyera elementos contradictorios: una revista de índole cultural que incluyera arte, política, periodismo, incluso arquitectura, aspectos del urbanismo y los mapas de las ciudades (publicaron notas de Rodolfo Livingston). El final de esta etapa estuvo marcado por la falta de sostén económico. El contexto habla por sí solo.

La tercera época fue descrita por Murúa como “más punk”: intervenir el espacio público ya lejos del concepto revista, y hacerlo desde una relectura occidental y local del Dazidabo, tipo de periódico oriental pensado para ser interceptado y leído en las paredes de la ciudad. Imprimieron seis afiches, uno por mes, durante 2003, y este fue quizás un corolario artístico-poético para el proceso gráfico del proyecto, que luego continuó Rivas desde el formato radial y con algunas intervenciones individuales.

Lo importante de destacar, para Carola Murúa, fue sobre todo que El Ojo con Dientes siempre estuvo en contra del concepto de “isla cultural”, eso que décadas después terminó designándose como “cordobesismo”, lugar común aplicado a todas las esferas de lo provincial. La revista no buscaba dialogar demasiado con lo que se producía en Córdoba, y así se reflejó en sus páginas. “Mario Rivas no tenía nada que ver con los cordobeses”, confesó su última compañera: “A Mario Rivas lo mató Córdoba, de hecho”.

Diego Vigna

Directores o responsables de edición
Director: Mario Rivas

Tipo
Revista impresa

Fecha de publicación
1993 - 2003

Lugar de edición
Córdoba, Argentina