La Grieta y el Sótano (1996-2001)
La Grieta y el Sótano fue una revista impresa en la ciudad de Córdoba que publicó 14 números entre mayo de 1996 y septiembre de 2001, es decir, apenas días antes del estallido social que trastocó toda la estructura institucional del país. Su director fue Osvaldo Iachetta, quien a su vez fue el fundador, junto con Aldo Mariani. Al momento de su aparición, Iachetta ya había tenido diversas experiencias en la edición de revistas desde sus años de formación en la vieja Escuela de Ciencias de la Información de la UNC, hoy convertida en Facultad de Ciencias de la Comunicación. En ese sentido, La Grieta y el Sótano formó parte de lo que Iachetta sostuvo en todas sus actividades editoriales como el “valor de la divulgación”: la revista buscó desde su origen hacer circular producciones culturales y artísticas, desde un perfil periodístico.
Consumidor de revistas culturales, Iachetta tomó como modelo u horizonte imaginario para el proyecto a la revista española CO&CO, de formato grande y excelente calidad gráfica (papel ilustración, mate), dedicada con énfasis al cómic y la narrativa, y que acogía numerosas participaciones de autores argentinos. La admiración estética por esa revista lo llevó a copiar algunos rasgos, para reproducirlos en La Grieta y el Sótano. Un ejemplo es el diseño de página distribuido en cuatro rectángulos blancos y negros, sección que aparece en todos los números.
En sentido material, el origen de La Grieta y el Sótano también se vinculó con la profesión que ejerció Iachetta a mediados de los noventa, como maquinista gráfico de Offset. Sin las facilidades del taller en que trabajaban con Aldo Mariani (también estudiante de la ECI), no hubiese podido existir la revista. La materialización de la idea fue a pulmón: consiguieron una computadora de escritorio, una impresora para reproducir las filminas, y con esos recursos comenzaron a armar las chapas para impresión.
Los números estaban dedicados a alguna figura cultural o hecho social específico, lo que definía el contenido y diseño de las tapas. Julio Cortázar, Andrés Rivera, Ernesto Guevara, la resistencia popular mexicana, mitos y creencias, el cine argentino, formaron parte de las presentaciones sobre todo a partir del dibujo, y a veces de la fotografía. Esto forma parte de otro elemento distintivo en la búsqueda estética de la revista: la ejecución de distintas variantes para salirse del papel obra convencional. Como solían publicar una sección dedicada al trabajo de fotógrafos cordobeses, a veces utilizaban otros tipos de papeles para imprimir fotos y generar separatas dentro de cada número. En el número 2, dedicado a la revolución mexicana, llegaron a hacer perforaciones en el papel (tanto en tapa y contratapa como en el interior), intentado simular agujeros de bala. Esas perforaciones, incluso, participan de la trama de un cómic allí publicado. El interés por la ilustración y las historias gráficas es elocuente en la revista, así como esas curiosidades de orden estético. Iachetta recuerda que llegó a utilizar un seudónimo (César Molinari) para dibujar algunas historias gráficas, como “La noche mantequilla”.
En términos editoriales, la búsqueda era “hacia los bordes”, propiciando la hibridez y la tensión de los géneros discursivos. En el caso de la producción literaria y artística, al grupo editorial le interesaba publicar obra de autores sin tanta repercusión, aún no rescatados o descentrados de la difusión canónica. Así es como publicaron dosieres sobre Alberto Mazocchi o Jorge Barón Biza.
Respecto del nombre, la idea original era poner en diálogo los años noventa (los años más intensos de la década menemista) con algunos rasgos de los setenta. Por un lado, “la grieta” remitía a una ruptura de la continuidad, un intersticio en el tiempo, o una presencia no deseada: grieta como figura de combate del ethos menemista y de los valores que surgieron y murieron en esa década. “El sótano”, por su parte, refería a la clandestinidad de los setenta como espacio de resistencia: dar lugar al combate desde un espacio a resguardo. El nombre buscaba reunir, entonces, la resistencia en presente que pretendían dar los editores (sobre todo frente a la ausencia de proyectos alternativos en Córdoba, una “anomia cultural” según el director), y las formas de resistencia conspirativas propias de los años 70.
Llegaron a tener financiamiento de algunas instituciones como el Instituto de Cooperación y la Universidad Nacional de Córdoba, entre otros, aunque participaban con muy poco dinero. Así y todo, llegaron a concretar cierto circuito de distribución: la librería Rayuela, en el centro de Córdoba; también distribuían en centros de estudiantes de las facultades, en kioscos (tenían entre 30 y 40 puntos de venta), y también enviaban ejemplares a otras ciudades como Villa María. Tanto Iachetta como Mariani vivían de los que recaudaban con esa distribución.
El final de la revista coincidió con su mejor momento. En 2001 ganaron una postulación para recibir financiamiento del Estado a partir de un programa dedicado a la publicación de libros y revistas, que les permitió un ingreso equivalente a la mitad de lo que representaran cuatro números de la revista. En ese momento, una suma cercana a los 2000 dólares. Iachetta recuerda que les dieron el certificado de la distinción y luego les depositaron el dinero justo cuando el país “se prendía fuego”. Eso marcó la cumbre y el final de la revista: un ingreso de dinero inaudito y luego el avance de la crisis estructural, que se vio conjugada, a nivel particular, con cierta falta de entusiasmo que les generó la suma de años y trabajo a pulmón.
Diego Vigna
Directores o responsables de edición
Director: Osvaldo Iachetta. Secretario de redacción: Aldo Mariani.
Tipo
Revista impresa
Fecha de publicación
1996 - 2001
Lugar de edición
Córdoba, Argentina
Vínculo con otras revistas

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