Recovecos (1998-2006)
Recovecos fue una revista cultural y literaria editada entre la ciudad de Córdoba y la localidad de Canals (ciudad del Departamento Unión, en la línea sudeste de la provincia), durante el periodo 1998-2006. Podría decirse que en el espíritu canalense surgió la idea madre, pero el proyecto se desplegó en la capital de la provincia, donde el grupo editor publicó en total 11 números (del 0 al 10).
Quienes comenzaron con el proyecto fueron el escritor y periodista Iván Ferreyra (autor de varios libros de ficción y también fundador de otras revistas cordobesas como “Oslo” o “Polosecki”), su hermano Carlos Máximo Ferreyra (periodista y escritor que nunca figuró como director en el staff, aunque fue el cerebro del proyecto junto a su hermano; luego se transformó en uno de los editores independientes más importantes de la ciudad de Córdoba, a partir de la primera década del siglo, con un sello que tomó el nombre de la revista y marcó el pulso de la narrativa y la poesía en aquellos años de la primavera productiva que siguió a la poscrisis de 2001), y Mariano Ingrassia. Luego se incorporaron autores como Omar Hefling, César León Vargas, y una serie de amigos y colaboradores que forjaron un grupo de notable intensidad productiva. Fueron cerca de 50 colaboradores, de inicio a fin.
Carlos Ferreyra se remite al amor por el papel para explicar las razones de aquel comienzo. Los tres hermanos (Iván, Carlos, Facundo) leían las revistas que les compraba su padre: El Gráfico, 13/20; publicaciones de los años 80 que llegaban a cuentagotas al pueblo. “De algún modo ese era nuestro Google, en nuestra época”, afirmó. Así se iban nutriendo de cosas que les interesaban. Una vez instalados en Córdoba, comenzaron a leer revistas publicadas en la ciudad (El Ojo con Dientes, La Grieta y el Sótano, Pretextos) y tuvieron la sensación de que era algo al alcance, que podían llevar adelante. Iván Ferreyra empezó a relacionarse con diseñadores y otros artistas, comenzó a estudiar publicidad, y a partir de esos movimientos pudieron materializar la revista. Así y todo, aunque consumían revistas locales, no tenían diálogo con otros grupos, proyectos o actores culturales de Córdoba. “Vivíamos en Córdoba pero a la vez seguíamos viviendo en Canals”, recordó Carlos.
En ese contexto, salieron también a “agrupar” artistas y escritores de Canals, bajo la idea de que allí, a fines del siglo pasado, era posible dar cuenta de un número importante de autores y firmas (de la plástica, la literatura, la fotografía) que merecían ser puestos en diálogo. Luego construyeron la forma definitiva de una publicación que buscaba “rescatar las voces de las minorías”, en una línea con algunos puntos de contacto a lo que hacían, por ejemplo, en la revista El Ojo con Dientes, o unos años antes en La Grieta y el Sótano.
Recovecos dio cuenta de una frondosa producción literaria, periodística y artística en la que convergían autores jóvenes e inquietos, al decir del escritor rosarino Osvaldo Aguirre. El mismo Aguirre, allá por 2006, difundió la existencia de la revista y de la “mística de campo” que los Ferreyra nombraban para tratar de explicar el impulso expresivo: algo así como decirle a la ciudad capital que desde el interior podían llegar mentes creadoras.
En esa clave, el nombre de la revista surgió de un tema de José Larralde, “Como quien mira una espera”, lanzado en 1979. Allí se menciona a un “hombre de las nutrias”, hacia el final de la pieza, rodeado de algunos versos que definen lo que desde la revista vieron nacer en la llanura: “Como los arroyos el hombre/ suele ser un montón de recovecos/ baja la vida con apenas un murmullo”. El primer número, por ejemplo, versaba sobre lo que producían las divisiones de las vías del ferrocarril en los pueblos, con una serie de textos sobre esa constante línea divisoria, social, económica y cultural, en los asentamientos de la llamada pampa gringa (escribían ahí Carlos Ferreyra, Omar Hefling, César Vargas). Después la línea editorial fue creciendo en la búsqueda conceptual, y empezaron a publicar dosieres que debatían en el grupo editor y que se muestran, vistos a la distancia, como ejes estructurantes de una línea editorial inequívoca atenta a profundizar en cuestiones marginales, olvidadas, reprimidas o polémicas para el discurso común. Publicaron dosieres sobre religión, derechos humanos, o un contrapunto entre “boxeo” y “suicidio”.
La idea también era que allí pudieran estar presentes algunos actores que no estaban directamente asociados a la producción escrita, pero que eran protagonistas de notables relatos orales, contando historias de la calle. La intención era otorgar a esas voces mal llamadas marginales el marco literario que les permitiera establecer el registro de sus experiencias.
Las tapas eran producidas por el mismo grupo editor, con fotógrafos que participaban en forma estable (Marcos Rostagno, Tomás Barceló Cuesta). Y los subtítulos (siempre distintos, número a número) funcionaban como pistas de interpretación.
La revista dejó de salir por el curso natural de los vínculos, tal como afirma Carlos: así como habían comenzado un proyecto entre hermanos y amigos, también se fue desgastando, y ciertos movimientos familiares (el nacimiento de otras relaciones y familias) llevaron a que la revista dejara de salir. Lo paradójico fue que, después de haberse esforzado a lo largo de todo el proceso (como casi todas las revistas independientes) para juntar dinero y sostener la publicación a pulmón, dejaron de salir cuando el hermano más chico de los Ferreyra, Facundo, inauguró una imprenta gráfica. Cuando aparecían los recursos, la revista mermaba. Carlos, sin embargo, recuerda que las articulaciones para el trabajo siempre fueron bastante caóticas: tenían muchísimo material para publicar, producían mucho contenido propio y contaban con muchos colaboradores, pero les costaba la articulación general para respetar la frecuencia de publicación.
Por último, vale decir que la paradoja del final de la revista tiene una explicación en lo que siguió para los Ferreyra, en el sentido de que quizás no fue tan llamativo el desenlace: Recovecos en formato revista publicó, a lo largo de su existencia, dos libros que salieron de regalo junto con números específicos. El primero fue “Panorama de la poesía brasilera”, y el segundo fue “El resentimiento”, primer título de Iván Ferreyra. Es importante destacar, en ese sentido, el final de la revista y el inmediato nacimiento del sello editorial. Una vez que dejaron de salir, comenzaron a editar libros (con la ayuda de la imprenta), pero con otro sentido de intervención en el campo literario, pensando una idea concreta de catálogo. La semilla de la editorial, entonces, fue la experiencia de la revista.
Diego Vigna
Directores o responsables de edición
Directores: Iván Ferreyra, Mariano Ingrassia.
Tipo
Revista impresa
Fecha de publicación
1998 - 2006
Lugar de edición
Canals, Córdoba, Argentina
Vínculo con otras revistas